Miércoles 13 de Marzo, había llegado el día. Una meteorología inmejorable y el saber que una máquina recién estrenada descansa en el concesionario esperando que la pruebes te hace despertar antes de que suene el despertador…

Llegamos a Moto3 en Valencia (concesionario oficial Suzuki) y allí estaban nuestras unidades de prueba, en calma, pasturando. Cuando por fin estaba en frente de la GSR, comprobé que no engaña nada respecto a las fotos que había visto anteriormente. Efectivamente, es «rara» de mirar; no porque sea fea, si no porque es una de esas motos que no tienen punto intermedio, o te gusta o no te gusta. Hablamos con el que será nuestro guía durante la prueba y nos repartimos las llaves…

Te abrochas el casco y te pones los guantes mientras la bomba de gasolina gira y el sistema electrónico chequea el conjunto. Subes, quitas la pata lateral y aprietas ese botón que pone «Start». Ponemos primera y salimos. Una vez en movimiento, tan sólo en los primeros metros, te olvidas de lo bonita o fea que te había parecido hace unos instantes, sientes comfort, tranquilidad, la postura de conducción es muy cómoda aunque para ser una «naked» llevamos el peso bastante echado hacia delante. Te acostumbras enseguida a su manejo; el tacto del embrague es muy bueno, la manejabilidad dentro de la ciudad es excepcional y lo mejor de todo… su caja de cambios. Las marchas entran sin ningún tipo de dificultad, ruido o molestia, de momento todo es perfecto.

Mientras circulas por ciudad el tacto de su motor es muy preciso, teniendo una entrega de potencia útil desde muy bajas vueltas, lo que ayuda a circular en marchas largas a relativamente baja velocidad y no tener que jugar constantemente con el cambio, lo cual, para una conducción urbana y diaria, se agradece. Las rotondas y giros de calles a baja velocidad no suponen ningún problema.

Si no fuera por el grave sonido de su motor, nunca diríamos que circulamos con una moto de 750 c.c. Al no ser que te despistes con el gas, la moto se comporta perfectamente en ciudad, pero no podemos olvidar que se trata de un motor de 106 CV. Semáforo en verde, primera, suave golpe de gas y ponemos segunda, cogemos la salida hacia la circunvalación y abres el gas sin ningún tipo de miramiento, no tardas demasiado en notar un gran empuje sobre ti y notar como el tren delantero flota, le estás encontrando las cosquillas al corazón de la bestia y no se anda con chiquitas. La aceleración es aplastante desde bajas vueltas hasta el límite de revoluciones, la caja de cambios se comporta como si de una «R» se tratase, su relación de transmisión es cerrada, cayendo pocas vueltas entre una marcha y otra, su aullido llegando al límite de vueltas te excita, conduciéndote hacia la locura y tentándote a desafiar las leyes de la Dirección General de Tráfico. Las curvas a altas velocidades no se le atragantan a ésta «jovenzuela» permitiéndote inclinar hasta puntos insospechados sin indicio alguno de desconfianza, ésto es debido en parte a la herencia del tren delantero por parte de su «prima» GSX-R.

Volvemos hacia el casco urbano, algo más tranquilos aunque aún a buen ritmo . Los frenos responden con una buena mordida, que combinada con el gran freno motor que obtenemos al reducir, nos permiten parar la moto o adecuar la velocidad de manera ágil y segura. Aunque después del verano se incluirá por 500€ más el sistema ABS, que aumentará aún más ésta seguridad. Ya estamos de vuelta en el concesionario, nuestro corazón aún late fuerte mientras bajamos de ésta «pequeña guerrera» y volvemos a observar su exterior, después de probarla el corazón está dividido, sus prestaciones son excelentes pero su estética deja dudas, necesitaremos meditar. Aunque si desde un principio te agrada su estética, no lo dudes, es tu moto.